lunes, 21 de enero de 2013

"El sentido del carrete ayer"

Hace unos días, los compañeros de Revela-T, colgaron en el facebook el primer artículo de la web Sales de Plata "El sentido del carrete hoy", publicado originariamente hace ya más de un año.
El articulo enumera 12 razones por las que la fotografía argéntica ha de ser tenida en cuenta frente a la voracidad del digital; las 12 razones por las que tiene sentido seguir usando un carrete de fotos. Es un texto que no usa un lenguaje técnico muy complejo y permite ser comprendido tanto por el fotógrafo amateur como por el profesional del medio.

Se han publicado muchos artículos que desde una perspectiva cuasi-científica construyen el argumento, la defensa de la fotografía química; vease por ejemplo, el ensayo en la revista FotoR3 de Gago Pesqueira sobre la conservación de materiales analógicos y digitales, en el que evidencia el serio problema de conservación que plantea el digital, como medio en incesante evolución, frente al haluro de plata.

Hay muchos más ensayos, artículos y reflexiones, pero siempre con un discurso basado en la misma pelea de analógico (una palabra muy fea, por cierto) versus digital, como si uno fuese la evolución del otro, es decir, sin poder admitir la posibilidad de que pudieran ser formas de expresión diferentes y por lo tanto, con una idiosincracia distinta.

Pero no quiero entrar en debates políticos o identitarios, de hecho, esta discusión particularmente ya empieza a resultarme poco actualizada si tenemos en cuenta que formamos parte de una cultura de masas hiperadicta a la imagen y con muchas vertientes de consumo.

Qué es el Instagram sino el vil reflejo, la falsa moneda de una construcción estética propia de la fotografía química, creada por muchos pero liderada actualmente por el movimiento Lomográfico?; movimiento que ha permitido modernizar el uso de cámaras y películas, llegando incluso a cierto esnobismo encantador.

No quiero decir que los de Lomo están salvando a la película de las garras del digital, más bien podemos agradecerles que han sabido cambiar la dinámica del consumidor de imágenes, a base de promocionar lo alternativo y lo genuino como un valor propio de la fotografía analógica.

Entonces, el debate actualmente puede que ya no deba centrase tanto en "el sentido del carrete hoy", sino más bien, en qué es la fotografía argéntica?, cual es su sentido como lenguaje técnico y sobretodo como concepto estético, como medio artístico?, para mi, esta es la madre del cordero!.

Es curioso como desde hace unos pocos años parece estar gestandose en Barcelona, lo que intuyo como un nuevo movimiento o corriente fotográfica. En que momento nace esta iniciativa?, cual fue el detonante?... Bien, moviendome en el terreno de las sensaciones y las intuiciones: en el 2007, unos pocos privilegiados, entre ellos Miquel Àngel Pérez de Espai Nag y también Gago Pesqueira, asistireron a un taller de Colodión que impartiría Quinn Jacobson por y para la Escuela de Reus. Es importante entender que por aquel entonces no era habitual este tipo de talleres y por lo tanto, redescubrir esta técnica despertó mucha curiosidad.

Un año más tarde surge Atelier Retaguardia, un colectivo visionario que, secuestrando a Jacobson, supo configurar una nueva dinámica de talleres alternativos, siempre en torno a la técnica del colodión pero con una estructura conceptualmente más contemporánea. Curiosamente Atelier Retaguardia se desactivó como grupo dejando una rica herencia de colectivos y asociaciones (Col.lectiu Dinoudinou, Las chicas de Talbot...) que actualmente continúan trabajando con el colodión y que han sabido, cada uno a su manera, mostrar diferentes enfoques e interpretaciones de esta bella técnica.

Y a partir de aquí la proliferación de espacios independientes (Espaifotografic, Taller Milans, Espai Nag...), donde promueven o enseñan técnicas fotográficas no diré del s.XIX  porque ya forman parte de cierta estética fotográfica del s.XXI (o eso deseo), pero si muy poco conocidas: papel salado, bromograbado, goma bicromatada, bromoleo, mordançage...

De pronto las paradas se llenan de fotografías con técnicas variopintas; las galerías abren sus salas a Colodiones. Ambrotipos, ferrotipos y todos los tipos posibles tienen cabida en este nuevo espíritu fotográfico que (y sigo en el plano de las intuiciones) invade Barcelona entera, como un germen detonante de otra manera de entender la fotografía. Algo se mueve, algo está cambiando, quizás sea toda una energía incubada y enquistada casi desde la primavera fotográfica.

Y en estos momentos de cambios, un catalizador: el festival Revela-T, ingeniado por unos locos maravillosos y que está generando un levantamiento argéntico en toda regla!. Pero quizás lo más importante de este festival es que es una excusa para reunir y agrupar todas estas iniciativas, que puedan ser reconocidas y mostradas, que tengan la oportunidad de ser visibles. También dejar constancia de la fuerza de esta energía que, intuyo, se respira en el ambiente fotográfico y que posiblemente Revela-T permita ser el espacio para terminar de conformarlo como movimiento, tendencia, etapa o con algún nombre que pueda surgir y que lo defina en su contexto histórico, pero eso ya forma parte más de la clarividencia que de la evidencia, así que ahí lo dejo!.

En fin, no me enrollo más, sólo quería tener una excusa para hacer un poco de demagogia, mi minuto de gloria reflexiva...

Y es que, de que hablo cuando no hablo de fotografía?.





Dèbora Martínez Sánchez











2 comentarios:

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  2. fe de errata: donde dice "hijas" va "chicas". Es que en Las chicas de Talbot (me permito tomar brevemente la palabra por el colectivo) somos un poco reacionarios a los paternalismos. ¿O es que tenemos ya imitadores?

    Me gusto la reflexión Débora en varios sentidos y esclarecedora con respecto a una disputa que creo igualmente sin sentido: analógico versus digital. No se quien decía por ahí que la historia se repite la primera vez como tragedia y la segunda como farsa. Personalmente creo que con respecto a la fotografía nos toca vivir el momento de la farsa. No únicamente porque aparezcan software que reproducen los efectos de una copia hecha en el laboratorio, sino porque se reproducen también discursos y discusiones que son la copia actualizada ( seguramente esta reflexión tampoco escape a esta repetición) de aquellas discuciones que surgían frente al temor y maravilla del gran invento: La Fotografía. ¿Cuantos talleres de retratistas vieron temblar sus ingresos frente al nuevo aparato? ¿Cuantos pintores o escritores de actualidad vieron mermar su trabajo ante la aparición rápida del gran invento de la fotografía? Varios son los relatos. Una discusión tan vieja como el propio invento de la fotografía y más.
    Personalmente ampliaría la pregunta que reformulas a una por cierto vas vaga y general ¿Que es la fotográfia hoy siglo XXI?
    ¿Precupaciones estéticas? ¿Preocupaciones económicas? ¿Políticas?¿Que no reproduce con la misma calidad la textura del nitrato de plata? ¿Que la definición del colodión está al mismo nivel que la que nos puede dar un soporte digital de 25.000 euros? ¿Que no haces realmente fotografía hasta que no te metes en el cuarto oscuro o no te compras la full frame?
    Me siento un poco más escéptico con respecto a una vuelta inusitada de expresividad gracias a la recuperación de las técnicas argénticas. No menos escepticismo siento frente al Instagran o la última cámara de Cannón. Y me pregunto: no será éste escepticismo (que creo latente en nuestra época) el fruto mismo del lenguaje fotográfico? ¿No habremos agotado las tarjetas de memoria y los carretes y cada nuevo discurso proclamando uno u otro de los medios o tecnologías fotográficas pondría a este cadáver de forma cada vez más grotesca sobre el ataud?
    Sería absurdo y pretencioso proclamar en medio de tanta imagen (digital o analógica) que La fotografía ha muerto, pero a veces me veo tentado a pensarlo. ¿Y si hubiera nacido muerta desde el principio? ¿Y si estamos haciendo uso de un lenguaje que ya ha fallecido infinitas veces desde su aparición? Conocemos algunas de sus muertes famosas e importantes: La de un lenguaje objetivo por ejemplo o la de la moral: ¿cuantos palabrería suscitó la foto de Kevin Carter “La niña y el buitre” ?
    ¿No sería necesario aceptar las sucesivas muertes del “lenguaje fotográfico” para luego sinceramente decir “Es que me gusta trabajar con la fotografía"?
    Quería agradecerte Débora porque había leído el texto sobre el cual hablas y alguno otro en la red (uno en forma de broma pedagógica sobre el chico que había hecho unas fotos con el Instagran y se sentía fotógrafo) y me sentía un poco triste. Tu texto me animo a participar de la reflexión que haces y compartir mis dudas. Gracias¡¡¡
    Francisco Gómez

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