miércoles, 2 de octubre de 2013

Contradicciones teóricas y una pequeña crítica a la Fotografía

Nos pasa, a veces, que necesitamos un detonante, un elemento subversivo  que consiga hacernos re-accionar, es decir, poner en acción algo que lleva tiempo cociéndose a fuego lento. Pues tengo que decir que hoy me siento como si fuera un haluro de plata expuesto a la luz y en latencia, al que le sueltan un buen chorro de revelador y me empezara a ennegrecer pletóricamente!. 

Me revelo y rebelo a la vez, pues detrás de cualquier re-acción siempre hay algo de rebeldía y una rebelión no es otra cosa que una forma de contestación; si, a veces incluso exagerada y agresiva, pero contestación. Siguiendo con la analogía, a aquellos haluros más rebeldes que se ennegrecen espontaneamente, como en un acto de desobediencia a lo latente, lo llamamos veladura. El velo sería el elemento hostil que se interpone entre la imagen y su visibilidad; como si ese haluro rebelde cuestinara el derecho de una imagen a ser fotografía, le negara su corporeidad, su existencia física. 

Y me muerdo la lengua si no digo que hay muchas fotografías en las que hubiera agradecido la acción hostil de algún haluro rebelde; que bien desearía una buena veladura para esas miles de imágenes que no me aportan nada , que no realizan función alguna (¿debe la fotografía realizar alguna función?), imágenes feas, hiperbellas, absurdas, tan cebosas como una hamburguesa del McDonald. Pero cuanta razón tiene Fontcuberta y mira que no es santo de mi devoción, cuando habla de una sociedad absolutamente analfabeta visual; que es capaz de usar agilmente un lenguaje sin entenderlo lo más mínimo. Pero no me quiero ir por los derroteros de la imagen, que la cuestión a tratar es otra...

  Acción-Reacción-Rebeldía-Contestación

Un escrito en un blog de fotografía fue mi detonante, la acción que provoca la reacción; pero como cualquier detonador, ese escrito necesitó de otros muchos escritos anteriores. Y son el conjunto de todas esas lecturas, las responsables de mi cortocircuito y de esta pataleta teórico-fotográfica que, lo reconozco, está tan llena de contradicciones como la vida misma. Y continuo, asumiendo que puedo pecar de intransigente o de exagerada, tengo que decir que muchos de los escritos sobre fotografía con los que me tropiezo, refuerzan en gran medida, valores anquilosados y estereotipados de lo que se supone que es la fotografía y de su relación con la tecnología y con el arte. 
Me consta, que en su mayoría, todas esas opiniones que leo en diferentes blogs y webs parten de una pasión por el medio fotográfico tan sincera y respetuosa como puede ser la mía y eso es decir mucho, pues la fotografía es casi como una extensión más de misma, algo adherido o fundido, vamos, que con ella tengo una relación “de piel”; pero el amor nunca es cuestionable; las opiniones, en cambio, si lo son y además, es muy sano desposeerlas de valores absolutos. Me enrollo, lo se... voy al grano.

Miles de escritos que flotan en la red, se articulan a partir de los valores tecnocráticos de la imagen y la fotografía. Los que nos dedicamos a la fotografía química tampoco nos libramos de esta dependencia de lo tecnológico, incluso usando una cámara de madera y placas al colodión. La técnica gobierna desde lo absurdo, pues se establece como el protagonista único y exclusivo del proceso fotográfico; creando además una ficticia escala de valores. Parece que la legitimación de la Fotografía* como medio artístico, se mide en base al valor histórico de la técnica con la que se ha realizado, de tal forma que no permite evolución alguna; la imagen nos remite continuamente a su proceso de creación. 
Es como los ratones que corren en las ruedas de sus jaulas, apasionados y embelesados por el acto mismo de correr; no recorren camino alguno, no tienen una meta clara, solo corren y tampoco saben por que lo hacen. 

Disfruto de la gran variedad de técnicas alternativas* que ofrece la fotografía, colodión, cianotipia, mordançage, bromóleo... Pero podemos salir de la rueda y empezar a correr; construir otra posible historia de la fotografía actual; que además se está produciendo, quiero decir, existe una corriente interesantísima de fotógrafas y fotógrafos que, a partir de estas técnicas creativas, están generando trabajos que permiten un análisis mucho más complejo, que dialogan con otros lenguajes. Avedon decía “Un retrato no es un cumplido, es una opinión” pues la fotografía no se puede quedar en el mero cumplido, construyamos  entonces opiniones con las herramientas que conocemos y con las que disfrutamos. La técnica sólo es el proceso, la fotografía es el fin.

Entiendo y de aquí mi rebelión, que debería existir una conciencia crítica también en la persona que escribe sobre fotografía, pues de esa literatura surge la historia y yo no me conformo con una historia cualquiera.
El artículo “Por una opinión crítica de calidad”, del blog de fotografía “en bruto” da en la clave. Es un texto con el que estoy en bastante sintonía en general, con sus matices, pero tengo esa misma necesidad de encontrar un espacio crítico que permita una construcción teórica más actualizada de la fotografía como medio. Y es en esa búsqueda del espíritu crítico donde se establece la fotografía como paradigma, como medio en constante mutación;  indefinible e inclasificable por mucho que me / nos empeñemos. 

Así que sólo me queda la impostura, algo propio de estos tiempos de crisis que corren; en un intento contradictorio de encontrarle sentido al mundo, aún sabiendo que, como la fotografía, el sentido reside en no encontrarselo. Y entre revelación y revolución, un haluro de plata que echa a correr. 



"Algo no se mueve" 2006 



*Fotografía: en referencia sólo a la fotografía química. 
*Técnicas alternativas: se suele usar el término “técnicas antiguas”. No entiendo porque se usa el término “antiguo” para algo que nos parece absolutamente  novedoso. Más antiguo es el óleo y nadie lo apostilla.



Foto y texto de: Dèbora Martínez Sánchez



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